El monóxido de carbono que emiten los vehículos es un gas no irritante, no emite olor por lo que su presencia pasa desapercibida, pero sus reacciones pueden ser letales.
El sistema de escape de cualquier vehículo tiene entre sus principales funciones evacuar los gases y disminuir el ruido producido por el motor. Este sistema lo componen la válvula de escape, los conductos de escape de la culata, el catalizador, el 'tarro' y la tubería.
En los ciclos de admisión, compresión y combustión del motor, se forman los gases tóxicos cuando se procesa el combustible que luego salen a través del sistema de escape.
Un mal funcionamiento del mismo, o una avería, hacen que esa salida al exterior o a la cabina sea nociva para la salud humana y el ambiente, pues sin percatarse, quienes viajan en un vehículo pueden intoxicarse.
Los gases, al concentrarse en sitios cerrados, producen 'la muerte dulce', pues la inhalación del monóxido de carbono que genera la combustión de la gasolina o de otros combustibles, como el diesel y el gas, causan una sobresaturación en el organismo.
Los síntomas de intoxicación son: La persona puede presentar problemas gastrointestinales, mareo y dolor de cabeza, y dificultades para caminar. Cuando la intoxicación es muy severa, puede perder la conciencia, tener convulsiones y caer en coma.
Una persona expuesta a pequeñas cantidades de este gas pero por periodos continuos puede morir sin darse cuenta. De ahí la importancia de conocer el cuidado que se debe tener con el sistema de escape para evitar que una fuga vaya a dar a la cabina.
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