viernes, 9 de agosto de 2013

Un auto USADO vale más que uno NUEVO


Comprar un auto nuevo, estrenarlo y usarlo. Someterlo a cualquier tipo de uso y luego, venderlo pidiendo un mínimo de un 50% más que por uno nuevo.


La dinámica no sólo es posible sino que resulta normal en Venezuela, el país en que los autos no pierden valor con el uso.

El mercado está marcado por la alta demanda y la inflación desatada. Pero sobre todo por la escasez.

Para adquirir uno nuevo, en el mejor de los casos, hay que pasar por interminables listas de espera que fácilmente superan el año. Con alguna marca, ni siquiera eso. La respuesta del concesionario es simplemente "hay demasiada gente esperando y no llegan autos", según un informe de la BBC.

Por otro lado, el negocio es normal y "redondo" para los venezolanos, teniendo en cuenta que los compran nuevos para venderlos como usados al día siguiente hasta por el doble del valor. 

De rebote, los conductores venezolanos padecen el más que "dinámico" e inflacionario mercado de los usados: apenas se anuncian en venta, vuelan de las manos de sus dueños.

Basta pasar por delante de un concesionario de cualquier marca para comprobar una realidad desoladora: están vacíos. Los únicos vehículos que se pueden llegar a ver están ya matriculados y vendidos aguardando a la llegada de su dueño, publica la BBC.

Con ese panorama, los precios se disparan. Los vehículos son una inversión que el venezolano se plantea para resguardar su dinero de la inflación: un 40% interanual.

Las ventas

Al mes de junio, la Cámara Automotriz Venezolana (Cavenez) reporta poco más de 120.000 unidades vendidas para el quinto año consecutivo de caída. La cifra supone un 3,6% menos que la de la misma fecha del año anterior y está muy lejos del casi medio millón de 2007.

También es menor que los 128.000 de 2002 o los 157.000 de 2001, años previos a la instauración del control cambiario y cuando además se reportaron 6.000 unidades exportadas.

El mayor bajón se produjo en 2009, más de un 46% respecto al ejercicio anterior. Desde esa fecha algunas marcas comentan que todo lo que venden es ensamblado en Venezuela porque no han podido acceder a licencias para importación.

Las automotrices se quejan porque en el rígido sistema de control de cambios de Venezuela, el gobierno no entrega cantidades suficientes de divisas para importar las piezas destinadas a ensamblar unidades que aumenten la oferta.

Sin embargo, el gobierno de Nicolás Maduro culpa a la especulación de los concesionarios y señala a los dueños de las diferentes ensambladoras que operan en el país, así como a los importadores.

Para poner coto a la situación, impulsa la misma solución que en su momento dio Hugo Chávez para el pollo, la leche o el papel de baño antes de que comenzaran a desaparecer recurrentemente de los mercados: control de precios por ley.

También está la "producción propia": la distribución de modelos de origen chino e iraní que son ensamblados en territorio venezolano y que vende el Estado a "precios solidarios", con nombres como Orinoco o Arauca.

Paciencia para uno nuevo
Irónicamente, comprar un auto nuevo es la opción que consideran quienes no se pueden permitir pagar uno usado. Los que deciden esperar por uno de fábrica lo hacen por no tener presupuesto para costearse el precio de la entrega inmediata, que, junto a la falta de oferta, multiplican el valor de los de segunda mano.

Las historias de calvarios ante agencias oficiales de ventas son casi tantas como clientes se aventuran a entrar por la puerta de los llamativamente vacíos locales.

De entrada, si Toyota es el líder mundial de ventas, conseguir uno nuevo es misión imposible en Venezuela. Quien se anotó a esperar por el suyo hace dos años, tal vez pueda estar cerca de recibir uno.

En el concesionario, la respuesta a BBC Mundo era contundente. "Ya no tenemos listas porque son tan pocos los autos que llegan de la ensambladora que no nos podemos a comprometer a algo que no vamos a cumplir ni en diez años. Si tengo más de mil personas esperando, para qué voy a agregar a nadie más", comenta la dependienta.

Para ahorrarse estos problemas, los que carecen de tiempo o paciencia se ven abocados al mercado de segunda mano, donde tampoco hay demasiada oferta y los precios pueden ser hasta del doble por el mismo modelo.

Además de las tiendas tradicionales, existe el "comercio informal", algo así como "buhoneros" (vendedores ambulantes) como Pedro, que en una plaza del populoso barrio de Catia tiene en oferta seis automóviles.

El hombre lleva ocho años en una plazoleta dedicado a la venta y compra de automóviles. Tiene en oferta desde una llamativa camioneta 2005 por 350.000 bolívares (u$s55.555 al cambio oficial) hasta un modesto utilitario con aspecto de estar a punto de desintegrarse por el que pide 80.000 (12.698 dólares).

"Esto más que nada es trueque, la gente viene con otro auto y pone la diferencia en dinero", le cuenta a BBC Mundo. Según Pedro, hay muy poca oferta en el mercado, sobre todo, "porque no salen autos nuevos de agencia".

"Pero como haya un rumor de devaluación o de que va a subir el dólar, entonces verías cómo vuelan los seis carros que tengo aquí".

Como cuenta el comerciante, los exagerados precios traducidos a la tasa oficial son en realidad engañosos. "Los venezolanos le ponen precio al auto en función del dólar paralelo", afirma.

Aunque está prohibido mencionar la cotización en los medios de comunicación, es vox populi que casi quintuplica al oficial después de que últimamente se haya disparado.

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